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Miércoles 5 de septiembre del 2007:
Son las 2:30 p.m. y la lluvia sigue cayendo sobre el campo de batalla y el bunker principal de la red de trincheras reforzadas de la cual estoy a cargo.
Se oye como la lluvia chapotea en los charcos que se han formado en los cráteres de obús. También se oyen a lo lejos a unos cuantos de mis soldados, ora cantando, ora maldiciendo, mientras reconstruyen unas trincheras afectadas durante el último ataque.
Dentro del bunker principal estamos unos cuantos soldados de mi tropa y yo, alrededor de una radio a través de la cual se negocia tensamente una tregua temporal tras el ataque. Afortunadamente, la negociación tiene éxito.
Luego de apagar la radio, los soldados que me acompañaban se me acercan para felicitarme. Varios son alimañas y no se avergüenzan de llamarse así. Les doy la mano a cada uno y luego vamos al comedor, para celebrar el éxito de la negociación.
Tras ponerme mi impermeable, salgo a la trinchera y grito hacia los soldados que trabajaban , para que vengan al comedor a almorzar. Estos me responden que ahora vienen, apurándose en venir hacia el comedor con sus herramientas al hombro.
El comedor y la cocina se encuentran en otro bunker, cuyo interior está iluminado por tubos de neón blanco.
Rápidamente, este se llenó de soldados humanos y alimañas, que llevaban sobre su uniforme habitual impermeables de los cuales chorreaba agua.
Una vez allí, todos formaron una fila delante del ventanuco de la cocina y recibieron una ración especial en las gamelas: pechuga de pavo al horno con puré, ensalada y un trozo de pastel de chocolate.
Luego tomaron asiento en las toscas bancas de metal y madera que se alinean a lo largo de mesas con las mismas características, igual o más toscas que ellas.
Los soldados que tengo a mi cargo son una tropa mercenaria internacional, apreciándose diversas especies y países.
Allí está Lucho, un aguara-guazú argentino que cuando no está trabajando como Comandante del puesto aduanero de Palenquito (es Policía de Fronteras), está en alguna guerra alrededor del mundo. Un poco mas lejos se ve a Carlos Cacomixtle, un cacomixtle veterano de Chiapas y Ocosingo, que tras dejar el Ejército Mexicano se unió a mi variopinta tropa.
Y no faltan entre ellos, los nietos de los miembros del poco conocido Waffen SS Sonderkommando “Die Tiere”. Ellos quisieron seguirle los pasos a sus abuelos, alistándose en el Bundeswehr. Pero luego de terminar sus carreras, decidieron volverse mercenarios.
Los soldados terminaron su almuerzo, repartí órdenes y todos volvieron a sus puestos.
Por el momento todo está tranquilo, pero nunca se sabe de donde salta la liebre.
Así es la vida en las trincheras.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Un día en las trincheras
Publicado por Comandante Bigotes en 3:55 p.m.
Etiquetas: alimañas, Bundeswehr, bunker, mercenarios, relato, soldados, trincheras, Waffen SS
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3 comentarios:
Como le dije anteriormente, Comandante Bigotes, otra cosa no pero la verdad a la hora de escribir relatos destaca sobre el limo primordial.
Saludos y le deseo buen viaje y lo mejor para los suyos.
Por cierto, comandante, el enlace a la imágen está roto.
Saludos
Si aún no funciona el enlace, allí está la imagen.
Saludos.
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