lunes, 21 de junio de 2010

Ironías de la historia

El III Reich de Hitler, la naturaleza y los animales

En total contradicción con los hechos tiránicos y sanguinarios del Tercer Reich de Hitler, la sensibilidad por la naturaleza y los animales de este gobierno se reflejó en la promulgación de tres leyes proteccionistas: la ley de protección de los animales (la Reichs-Tierschutzgesetz de 1933), la ley de caza (Reichs-Jagdgesetz de 1934) y la ley de protección de la naturaleza (Reichs-Naturschutzgesetz de 1935). Es curioso -pero nada casual- que este visionario cuerpo jurídico ecologista haya sido el primero de este tipo en toda la historia, y que se haya dado precisamente, bajo este régimen totalitario. Los altos mandos del partido nacionalsocialista (nazi) alemán eran vegetarianos, ambientalistas y protectores de la naturaleza. Es de conocimiento público que Hitler amaba a su perra Blondi, pero además -según sus biógrafos- no admitía que se fumara en su presencia, y cuando compartía la mesa con personas que comían carne, les describía con lujo de detalle los horrores del matadero. De hecho, él mismo declaró que "En el nuevo Reich no debe haber cabida para la crueldad con los animales”.

En su libro El Nuevo Orden Ecológico, el filósofo francés Luc Ferry argumenta que la preocupación nazi por el medioambiente se basa en una estética que une al pueblo alemán en un sentimiento común:

"... la belleza como sentimiento y la edad de oro perdida son, esencialmente... una naturaleza original, salvaje, pura, virgen, auténtica e irracional, accesible únicamente a través de las vías del sentimiento. Esta naturaleza original se define como tal incluso por su carácter extrahumano. Es exterior al hombre y anterior a él - exterior a su razón matemática y anterior a la aparición de la cultura artificial de la que el desvarío y el orgullo humanos son los únicos responsables."

Con esta idea pangermánica de la pertenencia a la propia tierra, la Naturaleza (asi, con mayúsculas) era ejemplo y base: la ley del más fuerte que impera en la naturaleza, y el triunfo de los más preparados y los mejores genéticamente, es básica en la ideología y la propaganda nazi. De este modo, los dirigentes del partido nazi no tenían más deber que proteger y defender esta "naturaleza natural" que es fuente del modo de ser germánico. De ahi que la Naturaleza fuera protegida como madre amorosa y acogedora, abarcante del ser humano. Por ello en su ley de protección establecieron la figura de los "Monumentos Naturales", como "creaciones originales de la naturaleza cuya presentación resulta de un interés público motivado por su importancia y su significación científica, histórica, patriótica...".

Por su parte, el respeto a los animales está dado no por su visión utilitarista desde el ser humano, sino por su valor intrínseco como ser vivo . En cuanto a la Ley de Caza, delinea la figura y rol del cazador en tanto: "el deber de un cazador digno de este nombre no consiste sólo en dar caza a la presa, sino también en mantenerla y cuidarla para que se produzca y se preserve una situación de la presa más sana, más fuerte y más diversificada en lo que a las especies se refiere".

Con la lectura y comprensión de los conceptos anteriores, no es difícil entender porqué bajo la Alemania Nazi la protección a la naturaleza y los animales fueron impulsados y defendidos. La tierra madre, sus bosques, ríos, flora y fauna, debían ser preservados -además- de la crueldad humana y de la contaminación que comenzaba con la industrialización del país. Salvar el refugio y sostén de la raza aria era un deber ineludible. La paradoja es que mientras se instauraban zonas protegidas ecológicamente, millones de enemigos políticos eran humillados, gaseados y exterminados en los campos de concentración. De ahí que Luc Ferry insista en la necesidad de que la nueva ecología que se viene formando, esa misma que promueve el respeto de la naturaleza por sí misma, y de los animales más allá de la mera instrumentalidad para el hombre, respete a la vez la institucionalidad democráctica y las personas del planeta.

Fuente: Ecosofía.org

Después de leer aquel texto, cuesta bastante creer que Adolf Hitler promulgaba leyes para la protección del medio ambiente al mismo tiempo que eran exterminadas poblaciones enteras en la Europa ocupada.

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